PSIQUIATRÍA DE LA INFANCIA Y LA ADOLESCENCIA

Para dar respuesta a una consulta muy pertinente acerca de las distintas fases del desarrollo infantil y su relación con los trastornos psiquiátricos, vale la pena profundizar en algunos temas apenas esbozados y tocar algún otro, como el relativo a la vida prenatal.

Existe clara evidencia de que, para el momento del nacimiento, la niña o el niño en cuestión ya han estado en contacto con múltiples factores que desde el útero empiezan a marcar rasgos de temperamento y predisposiciones que aparecerán más tarde.

Actualmente, se hace mucho hincapié no solo en los riesgos que conlleva para el desarrollo neurológico del feto el consumo materno de alcohol, tabaco y otras sustancias tóxicas, sino también los efectos de ese consumo a mediano y largo plazo. Entre los daños inmediatos destacan el bajo peso del neonato, la posible “muerte de cuna” y el nacimiento prematuro. De mediano y largo plazo se señalan la hiperactividad, el déficit de atención y problemas de aprendizaje.

Lo anterior, sin contar los trastornos psiquiátricos de la madre y el estrés de la gestante cuya placenta no alcanza a proteger al bebé de los cambios endocrinos propios del embarazo. Algunos estudios epidemiológicos han mostrado la relación entre los cambios hormonales de la madre y los problemas cardiometabólicos y psiquiátricos del hijo a lo largo de la infancia, incluidos ansiedad, depresión, irritabilidad e hiperactividad.

JOHANNES VERMEER. Mujer de azul leyendo una carta.

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