PSIQUIATRÍA DE LA INFANCIA Y LA ADOLESCENCIA (primera parte)

Los trastornos de ansiedad

Los trastornos de ansiedad son sin duda los que afectan a un mayor número de niños y  los que anticipan el mayor número de problemas psicológicos que enfrentarán muchos adolescentes, incluidos los ataques de pánico, los trastornos depresivos y, por supuesto, la ansiedad propiamente dicha, que para entonces será crónica.

La ansiedad, en general, es una sensación de incomodidad o nerviosismo que anticipa un posible peligro y, en ese sentido, forma parte de la vida normal de niños y adultos. La ansiedad se convierte en un trastorno cuando la respuesta emocional y fisiológica se sale de control y la preocupación y el miedo se vuelven excesivos y recurrentes en respuesta a amenazas o peligros reales, posibles o imaginarios.

Los trastornos que con más frecuencia encontramos en los menores incluyen los de ansiedad de separación, ansiedad generalizada y ansiedad social.  Se trata de tres trastornos diferentes que, sin embargo, frecuentemente coinciden en la misma niña o niño y muchos de sus síntomas se superponen.

La ansiedad de separación es un fenómeno universal que se produce alrededor del primer año de vida, cuando la niña o el niño se da cuenta de que está separado de la madre. Esa ansiedad suele disminuir en torno a los dos años y medio, pero un 15% de los menores desarrolla un patrón que incluye miedo ante las personas que no conoce o conoce poco, timidez y retraimiento. Este es el grupo que está en riesgo de que las distintas formas de su ansiedad se conviertan en trastornos.

Los síntomas más frecuentes en estos trastornos son, respectivamente:

  • La preocupación excesiva ante la separación de la figura materna, que se manifiesta como miedo de ir a la escuela, síntomas físicos como dolor de cabeza y de estómago cuando se acerca la separación, pesadillas asociadas con la lejanía de la madre.
  • Generalización del miedo, vivido como el temor de que las cosas salgan mal en las distintas actividades escolares y sociales y que se manifiesta en síntomas como taquicardia, dificultad para respirar, mareo, náusea, etc.; dificultad para concentrarse; problemas de sueño; preocupación exagerada ante la posibilidad de que ocurran fenómenos naturales, como temblores, inundaciones, etc.
  • Limitaciones severas para mantener una conversación o interactuar de alguna otra manera tanto con adultos como con otros niños, por miedo a no “dar el ancho” o a no ser aprobado. Los menores con fobia social tienen miedo de ser observados mientras comen, beben, juegan, etc. Entre las consecuencias de la fobia social no atendida están la evitación de actividades que podrían resultar placenteras, la dificultad de tener amistades y, más tarde, pareja.

El mejor tratamiento para estos trastornos de ansiedad es la psicoterapia, preferentemente cognitivo-conductual, combinada en algunos casos con un antidepresivo del tipo ISRS.

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ALBERT ANKER. Hacia el colegio

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