La meditación, sobre todo en su versión Mindfulness (atención plena o conciencia plena), es otra de las terapias ampliamente reconocidas en psiquiatría como técnica suficiente en sí misma para el control de los niveles de estrés, y como un eficaz coadyuvante en el tratamiento de los trastornos de ansiedad, depresión, dolor crónico y personalidad límite.
Mindfulness, al igual que otras técnicas de meditación, tiene su origen en la filosofía budista y en su idea de que es posible para una persona alcanzar un nivel pleno de conciencia a partir de permanecer concentrada en sus sentimientos, emociones, ideas, sensaciones físicas del aquí y el ahora, es decir, de cada momento, durante el tiempo que dure la meditación. Pero el factor de mayor importancia para llegar a la conciencia plena es la aceptación de esos estados mentales y esas sensaciones sin juzgarlos de ningún modo y sin pretender cambiarlos. Se trata, en fin, de observar esos fenómenos internos sin reaccionar frente a ellos, de manera que uno de sus efectos más significativos sea adquirir mayor control sobre uno mismo y reducir la desazón que puedan producirnos ciertos pensamientos, sensaciones e imágenes.
La Mentalización es una técnica cercana a Mindfulness que, sin embargo, ayuda a dirigir la atención hacia los sentimientos, sensaciones y emociones de otra persona, lo que la hace una terapia ideal para los pacientes que tienen problemas de empatía o dificultad para entablar relaciones sociales, incluidos los autistas y quienes sufren de personalidad antisocial.
Concluiremos este tema con otras dos modalidades terapéuticas que han incorporado la más alta tecnología a sus bases científicas: el biofeedback y el neurofeedback.
SONAM YESHI. Sin título.