REFLEXIONES DESDE LA PSIQUIATRÍA Y EL PSICOANÁLISIS

La idea de la muerte y saber que la propia muerte es inminente

Pensar seriamente en la muerte es, en general, algo que tratamos de evitar en la vida cotidiana; sin embargo, está clínicamente probado que, a nivel inconsciente, el miedo a la muerte determina buena parte de nuestro comportamiento, tanto bajo el disfraz de miedo a lo desconocido o de miedo a la vida, que conduce a la inacción, como ocultándolo tras una elevada autoestima o incluso una sensación de inmortalidad simbólica. Nuestras creencias acerca de la muerte pueden incluir ideas religiosas de tránsito hacia otra dimensión; puede tenerse fe en sucesivas  reencarnaciones o simplemente aceptarse la fría definición médica de la muerte como  el cese absoluto de las funciones vitales; de cualquier manera, consciente e inconscientemente, el tema de la muerte es causa fundamental de elevación en los niveles de ansiedad y depresión.

Con todo, hay diferencia entre saber que vamos a  morir y recibir la noticia de que nuestra muerte es inminente. En el primer caso, ese conocimiento es generador de angustia; en el segundo, por paradójico que parezca, es muy frecuente que la persona que sabe que su muerte está cerca se  llene de sentimientos y pensamientos positivos: suele suceder que empiezan a cobrar significación cosas que antes pasaban desapercibidas, que pierden importancia los hechos y amarguras del pasado igual que los temores y ansiedades acerca del futuro; que se fortalecen los valores y se quiere vivir intensamente el poco tiempo que quede. Pero no es ésta una reacción inmediata. Lo más frecuente es que la persona transite, en algún orden que no necesariamente es el que exponemos, por las famosas fases descubiertas y estudiadas por la psiquiatra y tanatóloga Elizabeth Kübler-Ross:

Negación o resistencia a aceptar que el diagnóstico se refiere a uno.

Ira o sensación de que lo que sucede es una injusticia. Y aquí muchas veces se trata de culpar a alguien (el médico que no detectó a tiempo, la persona que contagió, etc.)

Negociación o esperanza de que un poder superior cambie el curso de las cosas.

Depresión, con signos clínicos de aislamiento, desesperanza, posiblemente ideación suicida, trastornos del sueño y de la alimentación, etc.

Aceptación. Ésta incluye el dejarse ir aceptando que morir es una ley universal. En condiciones ideales, la persona puede hablar de lo que será enfrentarse a lo desconocido y, si tiene sentimientos religiosos, se convencerá de que hay una vida después de la muerte o de que por fin se reunirá con quienes se le adelantaron.

En la próxima entrega veremos cómo puede ayudar el psiquiatra al paciente terminal.

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EDVARD MUNCH. La muerte de un bohemio.

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