La vida
La biología nos enseña que la vida, nuestra vida, es lo que nos distingue de los organismos muertos y de lo no-viviente; es la materia altamente organizada, capaz de transformar la energía del medio ambiente (metabolizar) para crecer y reproducirse, dotada además de la capacidad de sentir, adaptarse, dar respuesta a los estímulos y tender a la homeostasis, es decir, a mantener constantes sus condiciones internas, como la temperatura, el pH, los nutrientes, etc., a pesar de los cambios ambientales.
Pero, aunque la biología celular, la biología molecular, la neurobiología y la genética han tenido un desarrollo espectacular, están todavía pendientes de establecerse las bases biológicas de la conducta y la subjetividad humanas, es decir, las bases biológicas de la conciencia o la mente, por más que haya suficientes evidencias de su identificación con el cerebro. Y si bien ya se han reconocido como funciones propias del encéfalo no solo conductas motoras simples como andar y comer, sino también actos cognitivos complejos, como pensar, hablar y crear obras de arte (Eric Kandel, Cerebro y conducta), todavía no contamos con la teoría psicológica que dé plena cuenta de nuestra singularidad, de las diferencias entre los individuos, de las idiosincrasias, de las preferencias, de las motivaciones y del porqué de sus patologías, si es que, como psiquiatras, queremos ayudar a quienes sufren trastornos mentales siguiendo estrictamente los principios de la biología contemporánea.
Según veremos al avanzar en estas reflexiones, y considerando que existe evidencia de los cambios favorables que producen en la función cerebral la psicoterapia y el psicoanálisis, no han faltado científicos excepcionales, como el premio Nobel de Fisiología o Medicina Eric Kandel, que han visto la necesidad de integrar en un solo cuerpo teórico la psiquiatría, el psicoanálisis y la neurobiología.
En la próxima entrega veremos qué tiene que decirnos Freud.
PAUL GAUGUIN. ¿De dónde venimos? ¿Quiénes somos? ¿A dónde vamos?