SOLIDARIDAD

La solidaridad desplegada tras los últimos sismos, las larguísimas cadenas humanas formadas para rescatar, llevar agua y alimentos, buscar alojamiento y atender otras necesidades económicas y de higiene y salud, requieren de una explicación que rebasa con mucho los planos biológico y psicológico, pues en la mayoría de los casos no se ha tratado ni de una respuesta refleja, instintiva, ni de una reacción espontánea, puramente emocional, producto de una experiencia común. Lo que hemos visto y seguimos viendo en los numerosos grupos de jóvenes y maduros, mujeres y hombres que ponen al servicio de los más afectados sus manos, saberes y quehaceres, implica una voluntad racional, es decir una toma de conciencia de la necesidad de cooperar con el grupo social y un deseo inquebrantable de hacerlo. Eso es lo que da a esta forma de solidaridad su verdadero valor social, que incluye la capacidad de evidenciar y denunciar graves fallas y abrir caminos para nuevas formas de pensar y de actuar que produzcan los cambios sociales y políticos que son tan necesarios.

EDWIN LANDSEER. Milo, perro salvador, rescatando a una niña

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