USO DE SUSTANCIAS Y ADICCIONES (octava parte parte)

Trastornos psiquiátricos asociado con el consumo de opiáceos  I

Los opiáceos son, en general, fármacos que alivian el dolor a partir de unirse a los precisamente llamados receptores opioides, localizados en el sistema nervioso central y el tracto gastrointestinal. En el SNC, su acción fundamental es reducir las señales de dolor, pero al alcanzar también otras áreas cerebrales que controlan las emociones, no solo disminuyen los efectos de los estímulos dolorosos, sino que pueden producir estados que van del bienestar a la euforia. En el tracto digestivo actúan disminuyendo la actividad intestinal y con ello aliviando los cuadros diarreicos. Ambos efectos de los opiáceos  son conocidos hace muchos siglos,  aunque son menos los que ha tomado reconocer los efectos dañinos de su abuso.

El uso prolongado de medicamentos que contienen derivados del opio como la morfina, la codeína, la hidrocodona, la oxicodona, etc., conlleva la aparición de la tolerancia,  la dependencia y la adicción. La tolerancia a medicamentos opiáceos puede ser tan alta que calmar el dolor de un paciente con cáncer terminal, por ejemplo,  puede requerir dosis de hasta 300 mg diarios, cuando es sabido que 60 mg pueden resultar mortales para otra persona.

La dependencia física ocurre por la adaptación del organismo al fármaco, mientras que la adicción, que incluye la dependencia y la tolerancia, conlleva a la búsqueda compulsiva de la droga, a pesar de sus consecuencias devastadoras.

En la actualidad, el tratamiento con opiáceos está casi restringido a paliar el dolor de los pacientes terminales, mientras que se prefiere otro tipo de terapias para quienes sufren de dolor crónico.

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