Trastornos psiquiátricos asociados con el consumo de alucinógenos
Los alucinógenos son sustancias naturales (la psilocibina de algunos hongos y la mescalina del peyote) o sintéticas (prototípicamente el LSD). Estas sustancias han sido llamadas también psicodélicas o psicomiméticas, porque además de inducir a la alucinación, producen pérdida de contacto con la realidad y un estado alterado de la conciencia.
Aunque en culturas milenarias los alucinógenos han formado parte de rituales religiosos y ceremonias mágicas, el contexto de su uso contemporáneo las ha colocado en la lista I del Convenio de Sustancias Psicotrópicas, un lugar reservado para aquellos fármacos que la ONU considera muy peligrosos para la salud pública y que carecen de utilidad terapéutica reconocida.
Entre los efectos de los alucinógenos que requieren intervención están, de menor a mayor grado:
- Reacciones breves de pánico (“mal viaje”) que pueden llegar a requerir la administración de fármacos.
- Verdaderas psicosis tóxicas, que pueden durar más de 24 horas y requieren tratamiento específico con antipsicóticos.
- Trastornos perceptivos persistentes o flashbacks o recurrencias de síntomas alucinatorios.
- Trastorno psicótico inducido por la droga cuando existen factores predisponentes.