El abuso sexual intrafamiliar
El incesto puede definirse en sentido estricto como la relación sexual entre familiares consanguíneos, por ejemplo, entre una menor y su padre, tío o hermano. En un sentido más amplio, incluye la relación sexual entre una niña y su padrastro o hermanastro.
Aunque el incesto más común es el padre-hija, también puede ser de la forma padre-hijo, madre-hija o madre-hijo.
En general, el abuso sexual conlleva una serie de pasos que parten de un leve acercamiento y llegan a un verdadero asalto sexual por parte del perpetrador. Un niño o niña seguro de sí mismo puede rechazar abiertamente el acercamiento ya sea verbalizando su disgusto o estableciendo distancia del agresor. Cuando la víctima es débil, insegura o incapaz de darse cuenta de las intenciones del abusador, suelen tener lugar las siguientes fases:
- a) Acercamiento. El abusador establece una relación especial, de favorito, con la víctima.
- b) Interacción sexual. La conducta sexual progresa hacia formas más intrusivas de abuso. Cuando esta fase continúa, la víctima se siente confundida y asustada, porque no sabe cuándo se le acerca el perpetrador como figura sexual o parental.
- c) Secrecía. El abusador amenaza a la víctima para que calle.
- d) Revelación. Un tercero descubre accidentalmente el abuso al presenciar lo que ocurre, o bien, el menor lo cuenta a otro adulto pidiendo ayuda o recibe atención médica y alerta al profesional a plantear las preguntas correctas.
- e) Supresión. Con frecuencia el menor se retracta de lo que ha dicho en la fase de revelación, ya sea por presión familiar o porque así lo requiere su propio proceso mental, es decir, porque confunde con afectuosas las manifestaciones de abuso o porque su cariño por el abusador oscurece la realidad de lo sucedido.