PSIQUIATRÍA DE LA INFANCIA Y LA ADOLESCENCIA (novena parte)

TRASTORNOS DEPRESIVOS Y SUICIDIO EN NIÑOS Y ADOLESCENTES En los últimos años, hemos presenciado un aumento significativo en la prevalencia de los trastornos depresivos y una disminución igualmente sensible en la edad de aparición de los mismos. Según estudios de la Organización Mundial de la Salud, entre un 2 y un 3% de niños y un 8% de adolescentes padecen alguna forma de depresión que afecta su crecimiento y desarrollo personal, su desempeño escolar y sus relaciones familiares e interpersonales, además de ser el principal factor de riesgo suicida en la adolescencia. De ahí la importancia, como médicos y como padres,  de aprender a reconocer las expresiones de la enfermedad en las distintas etapas del desarrollo de los menores. Los niños muy pequeños con depresión mayor, que son todavía incapaces de verbalizar sus emociones, suelen mostrarse tristes, apáticos, retraídos y con baja autoestima, además de quejarse frecuentemente de dolores de cabeza o de estómago. Los adolescentes, por su parte, presentan anhedonia generalizada, es decir, incapacidad para disfrutar de las cosas, para sentir placer; se mueven lentamente, se sienten desesperanzados, tienen pensamientos negativos de muerte, de culpa, de inadecuación; están irritables, con problemas para dormir y dificultad para concentrarse; eventualmente, al igual que los niños, pueden presentar alucinaciones no psicóticas, además de sufrir una ideación suicida recurrente. Es cierto que no todos los niños y adolescentes deprimidos presentan ideación suicida ni todos los que lo hacen consuman el suicidio, sin embargo, es de vital importancia reconocer que el suicidio es la tercera causa de muerte de jóvenes entre 15 y 24 años. Aunque la depresión suele afectar a varios miembros...

PSIQUIATRÍA DE LA INFANCIA Y LA ADOLESCENCIA (octava parte)

  TRASTORNOS DE LA ALIMENTACIÓN Y LA ELIMINACIÓN (II) La enuresis y la encopresis son trastornos frecuentes en la infancia, generalmente de cura espontánea que, sin embargo, producen enorme angustia en los niños y en sus papás, y son causa muchas veces de problemas escolares y de socialización. Aunque está clínicamente estudiada la enuresis diurna y voluntaria, lo cierto es que la forma más frecuente del trastorno es la emisión involuntaria de orina durante el sueño a una edad en la que ya no se espera que ocurra. La mayoría de los niños termina de desarrollar el control de la vejiga alrededor de los cinco años; sin embargo, no es raro que algunos sigan mojando la cama después de los siete. De entre ellos es muy alto el porcentaje que deja de hacerlo alrededor de los diez años, pero algunos logran superar el problema hasta los quince o más. De acuerdo con el DSM-V, es procedente diagnosticar enuresis cuando la conducta se manifiesta por lo menos dos veces a la semana durante un mínimo de tres meses consecutivos, cuando mojar la ropa y la cama causan malestar clínicamente significativo y/o deterioro familiar, académico o social, y cuando el problema no se explica por otras afecciones médicas, como diabetes, espina bífida, falta de hormon antidiurética, infección del tracto urinario, apnea del sueño, etc. No se conocen con exactitud las causas de la enuresis, pero entre los eventos estresores que pueden precipitarla están el nacimiento de hermano o hermana, el ingreso a la escuela, hospitalización entre los 2 y los 4 años, dormir lejos de casa, la separación de un familiar...