RESILIENCIA IV

Hasta donde hemos visto y a falta de programas de salud pública que indiquen lo contrario, parecería que la resiliencia es un factor de protección contra los trastornos mentales absolutamente clasista. Como en tantas otras áreas de la vida cotidiana, es más fácil que se recuperen de las adversidades los miembros de familias estructuradas, con educación superior, estabilidad económica, etc., que los que carecen de esos bienes a los que en una sociedad igualitaria todos tendríamos derecho. Por supuesto hay excepciones a la regla: ni los genes ni los neurotransmisores saben de clases y pueden ser igualmente susceptibles de ceder ante el trauma y rendirse al sufrimiento sin más. También tiene algo de excepcional el hecho de que, sin importar su status,  en los pacientes esquizofrénicos logran mejorar sensiblemente sus niveles de funcionalidad mediante las técnicas que emplea la psicología positiva, asociadas con la resiliencia, como el fortalecimiento de la autoimagen, el autocontrol, el reconocimiento de la relación entre pensamientos y acciones etc. Hace muchas décadas que los países desarrollados cuentan con programas preventivos y de atención de prácticamente cualquier tipo de emergencia que afecte a una comunidad, como desastres naturales o provocados, epidemias, accidentes aéreos o ferroviarios etc., bajo la premisa de que es necesario que la comunidad resista el daño sin perder funcionalidad y readaptándose prontamente a la normalidad o, incluso, a una “nueva normalidad”.  Algunos de esos países, que tienen guerras fuera de su territorio, enfrentan un nuevo enemigo, el terrorismo, frente al que, decía Obama, no hay que sentir pánico, sino ser resiliente. En un país como el nuestro, insuficientemente protegido por políticas públicas adecuadas,...

RESILIENCIA III

Aunque hace setenta o más años que se empezó a emplear el término resiliencia asociado a la capacidad de superar el dolor, no ha sido sino hasta épocas más recientes, quizá los años 90, cuando la comunidad científica de Estados Unidos y Europa se interesó en el conocimiento de su etiología y fenotipo, no solo para estudiarla con un único método de investigación y establecer un concepto unívoco para la teoría y la clínica psiquiátrico-psicológica, sino también para entender formas de prevenir trastornos, establecer modelos inmunológicos, hallar modos de modificar patrones de riesgo y, en general, avanzar en materia de salud, particularmente de salud mental. La razón principal de que siga siendo insuficiente el conocimiento que se tiene de este “constructo” es que en él intervienen múltiples factores. Hay opiniones divergentes en relación con el grado de participación genética en favor y en contra de la resiliencia,  aunque se acepta que, como mínimo, tiene un índice de transmisión hereditaria similar al de la ansiedad, o al del neuroticismo. En el campo de las neurociencias, se ha descubierto que los eventos traumáticos producen cambios en los mecanismos de neurotransmisión que pueden afectar seriamente su función, y que  hay una innegable participación del sistema neuroendocrino en la prolongación en el tiempo y en la reaparición irruptiva de los malos recuerdos. Dicho de otra manera, los efectos del trauma pueden producir cambios en la neurotransmisión de dopamina, serotonina y norepinefrina, que impidan mantener la homeostasis y la plasticidad necesarias para funcionar sanamente, para superar el trauma, en fin, para ser resiliente. En las ramas humanistas, psicoanálisis, psicología, sociología, trabajo social, etc., la...

RESILIENCIA II

El tema de la resiliencia es de interés médico, psicológico, educativo e incluso epidemiológico, de ahí que algunas veces se le haya asociado con  la salud mental en términos de  ausencia de psicopatologías. Pero evidentemente es mucho más acertado pensar en la resiliencia desde un punto de vista positivo y poner el acento en que la posibilidad de recuperarse tras vivir experiencias traumáticas o dolorosas constituye un factor de protección contra el desarrollo de trastornos mentales y el riesgo de cometer suicidio o de intentarlo. Es importante recalcar que la resiliencia no tiene que ver con ser inmune al sufrimiento o insensible al dolor, sino con volver a alcanzar cierto grado de bienestar después de vivir situaciones adversas, e incluso con la posibilidad de madurar, desarrollarse o volverse mejor persona luego de atravesar condiciones extremadamente penosas. La resiliencia tampoco se limita a algunos de sus componentes, como buen manejo del estrés, buen control mental o adaptabilidad, sino, más bien, con los siguientes aspectos propios del concepto: Habilidad para obtener resultados positivos en situaciones de alto riesgo Habilidad para funcionar competentemente en situaciones de estrés crónico o agudo Habilidad para recuperarse del trauma   La próxima semana veremos las características específicas cuya presencia o falta indican la capacidad de resiliencia de una persona, así como las distintas formas de entenderla: como un estado, una condición o una práctica. EOGHAN BRIDGE....

RESILIENCIA I

Lo que hemos visto acerca de las emociones positivas es en realidad un preámbulo para introducirnos en el tema de la resiliencia, es decir, de la capacidad que tenemos los humanos, algunas veces no desarrollada, de adaptarnos a los eventos estresantes o traumáticos, sin que exista el riesgo de recaer en el grado de angustia o estrés alcanzado en el momento del evento desafortunado o de desarrollar una patología como el estrés postraumático. El término resiliencia se empleó originalmente en ingeniería para referirse a la propiedad que tienen algunos materiales de retomar su forma original después de que han sido deformados, o bien, a la resistencia que esos materiales presentan ante golpes o choques bruscos. La imagen resulta  claramente afortunada para aplicarla a las personas que se recuperan de grandes sufrimientos, condiciones traumáticas, privaciones significativas, amenazas serias o estrés excesivo. Esa capacidad sorprendente es resultado no tanto de un rasgo de personalidad como  de un proceso en el que intervienen factores genéticos, bioquímicos e individuales, familiares y comunitarios. En la siguiente entrega hablaremos de las características psicológicas de la resiliencia.     JASON deCAIRES TAYLOR. Vicisitudes (escultura bajo el...