PSIQUIATRÍA DE LA INFANCIA Y LA ADOLESCENCIA (séptima parte)

TRASTORNOS DE LA ALIMENTACIÓN Y LA ELIMINACIÓN (I) De la anorexia y la bulimia nerviosas, que son los trastornos más graves y conocidos que afectan sobre todo a los adolescentes, ya hablamos ampliamente en octubre y noviembre del año pasado (ver el Blog de nuestra página). Pero hay otras alteraciones que se asocian con la niñez y que, de volverse persistentes, pueden causar daños significativos en la salud física y el funcionamiento psicosocial. Las principales son la llamada “pica”, la regurgitación y otra de reciente inclusión en el Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales, designada como trastorno de la evitación/restricción de la ingestión de alimentos. Pica es la ingesta persistente de sustancias no comestibles, como tierra, arena, barro, papel, bolas de pelo, pintura e incluso heces de animales. Este trastorno se observa más en niños muy pequeños o en niños de más edad que padecen síndrome del espectro autista o discapacidad intelectual. Las implicaciones clínicas pueden ir de leves a graves, dependiendo de qué se haya ingerido. El pronóstico es generalmente bueno, pues en niños que no tienen trastornos mentales asociados la pica puede desaparecer espontáneamente. En caso de que persista sin manifestaciones tóxicas, se pueden emplear técnicas de reforzamiento conductual. En mujeres embarazadas, se han reportado ciertas formas de pica, como comer barro, harina o almidón. El trastorno por rumiación consiste en la regurgitación fácil y sin dolor de los alimentos parcialmente digeridos, ya sea para masticarlos y tragarlos de nuevo o escupirlos. Esta afección se encuentra sobre todo en niños que no han sido tratados adecuadamente en el plano emocional y han aprendido a estimularse...

PSIQUIATRÍA DE LA INFANCIA Y LA ADOLESCENCIA (sexta parte)

Trastorno del lenguaje Se considera un trastorno del lenguaje infantil cualquier dificultad en la adquisición y  uso de las modalidades hablada, escrita o ambas, ya sea por una deficiencia en la comprensión de aquello que se le dice al menor, o bien en la expresión de lo que quiere decir. Estas deficiencias incluyen dificultad para comprender oraciones largas,  vocabulario reducido, pocas habilidades para formar oraciones gramaticalmente correctas y deterioro del discurso o discapacidad para describir sucesos o tener una conversación. Los trastornos del lenguaje son relativamente frecuentes (7 a 8% de los menores en jardín de niños), pero no suelen atenderse a tiempo, en parte porque muchas veces se superan de manera espontánea, cuando la edad de maduración de la niña o el niño llega a coincidir con su edad cronológica. Sin embargo, la detección psiquiátrica temprana del trastorno del lenguaje es crucial, no solo para un mejor pronóstico, sino para descartar, en un diagnóstico diferencial, que la sintomatología no sea en realidad indicadora de otros problemas neurológicos y psiquiátricos, como déficit auditivo, discapacidad intelectual, trastorno del espectro autista, mutismo selectivo, etc. En su quinta edición, el Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales establece como criterios diagnósticos para los problemas de lenguaje la necesidad de que las capacidades lingüísticas estén notable y cuantificablemente por debajo de lo esperado para la edad y, en consecuencia, limite la comunicación eficaz, la participación social y los logros académicos; el inicio de los síntomas debe producirse en las primeras fases del desarrollo del menor, y las dificultades no pueden atribuirse a un deterioro auditivo o sensorial de otro tipo, a disfunción...

PSIQUIATRÍA DE LA INFANCIA Y LA ADOLESCENCIA (quinta parte)

Trastorno opositor desafiante o negativista desafiante En edad preescolar y hasta antes de cumplir los diez años, un gran número de niños y niñas pasan por una etapa especialmente opositora y quizá agresiva que logra ser controlada por la familia y la escuela. Hay casos, sin embargo, en que la agresividad y el negativismo hacia las figuras de autoridad resultan incorregibles en la etapa temprana y se convierten en verdaderos patrones de conducta que se mantienen a lo largo de la infancia, la adolescencia y la edad adulta. Estamos entonces ante uno de los “trastornos destructivos del control de los impulsos y de la conducta”, según clasifica el Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM-V) al trastorno negativista desafiante. No hay una causa única para el desarrollo de este trastorno, sino que su aparición depende de la combinación de factores genéticos, psicológicos y ambientales, incluidos el maltrato, el abuso emocional, el abuso sexual, la negligencia y el abandono. Los criterios del DSM-V para el diagnóstico del trastorno esbozan un patrón de conducta que dure por lo menos seis meses, que se exhiba durante la interacción con un individuo que no sea un hermano y que incluya cuatro de los síntomas que se señalan en las siguientes categorías: Enfado/irritabilidad A menudo pierde la calma. Es muy susceptible o se molesta con facilidad. Está enfadado y resentido con mucha frecuencia. Discusiones/actitud desafiante Discute a menudo con la autoridad y, en el caso de niños y adolescentes, con los adultos Con frecuencia desafía activamente o rechaza satisfacer la petición por parte de figuras de autoridad. Molesta a los demás deliberadamente....

PSIQUIATRÍA DE LA INFANCIA Y LA ADOLESCENCIA (cuarta parte)

TRASTORNO POR DÉFICIT DE ATENCIÓN / HIPERACTIVIDAD III Tipos de TDAH c) Tipo combinado o clásico Los menores que sufren TDAH clásico son hiperactivos, incansables, impulsivos, desorganizados, al mismo tiempo que distraídos y con problemas para concentrarse. Este tipo de TDAH, que cumple con los criterios tanto de inatención como de hiperactividad,  es el más frecuente y el que genera mayores problemas escolares por la coexistencia de problemas académicos y conductuales. Es muy frecuente que los continuos fracasos académicos incidan en el desarrollo de síntomas depresivos, ansiosos y de baja autoestima, mientras que la hiperactividad/impulsividad les genera  problemas de aceptación y socialización y los hace propensos a la aparición de otros trastornos de conducta. Curso y pronóstico del trastorno En un 60%  de los casos el trastorno persiste hasta la adolescencia y e incluso hasta el inicio de la vida adulta (20 años). En el 40%  restante,  la hiperactividad remite y algunas veces desaparece  en la pubertad (12 años), aunque persistan el déficit de atención y los problemas para controlar los impulsos. Cuando el trastorno es oportunamente diagnosticado y tratado eficazmente, la adolescencia y la vida adulta del niño o la niña serán productivas y satisfactorias, prácticamente sin secuelas. Pero si falta el tratamiento o la remisión es solo parcial, es altamente probable que la impulsividad perdure toda la vida, con consecuencias en general indeseables. Es un hecho que los  menores cuyos síntomas persisten en la adolescencia están en alto riesgo de desarrollar trastornos de conducta,  caer en prácticas delictivas y abusar del alcohol y de las drogas. Tratamiento No hay una cura específica para el trastorno por déficit...

PSIQUIATRÍA DE LA INFANCIA Y LA ADOLESCENCIA (tercera parte)

TRASTORNO POR DÉFICIT DE ATENCIÓN / HIPERACTIVIDAD II Tipos de TDAH b) Tipo hiperactivo/impulsivo Aunque generalmente la sintomatología del trastorno por déficit de atención con hiperactividad se hace evidente entre el inicio de la edad escolar y los 12 años,  es muy posible sin embargo que el niño o la niña haya dado señales de inquietud desde la cuna, por ejemplo, llorando mucho y durmiendo poco. Entre los tres y los cinco años, es posible que su actividad haya sido siempre excesiva y no haya dado muestras de conciencia ante el peligro, que se haya vuelto sistemáticamente desobediente y que, a partir de los seis, presente gran impulsividad, agresividad y actividad constante. El diagnóstico definitivo debe darlo, sin embargo, un especialista en salud mental mediante una evaluación completa y siempre y cuando se cumplan seis o más de los criterios que establece el Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM-V) para este tipo de TDAH, a saber: que la sintomatología haya estado presente por lo menos durante seis meses, que las conductas en cuestión sean tan frecuentes que afecten directamente las actividades sociales y académicas de la niña o el niño, y que no haya un problema de inatención.  Estos criterios son: Juguetea o golpea con las manos o los pies o se retuerce en su asiento. Se pone de pie cuando debería permanecer sentado. Corretea cuando no es apropiado. Es incapaz de estar tranquilo mientras juega o desarrolla actividades recreativas. Actúa como si lo impulsara un motor, es decir, no puede estarse quieto durante mucho tiempo, por ejemplo en restaurantes, reuniones, etc. Es excesivamente parlanchín. Responde...