PSICOFARMACOLOGÍA Y PSIQUIATRÍA

EL CIRCUITO DEL MIEDO Y LA EMOCIONES Hace más de un siglo,  la investigación neurológica permitió descubrir la amígdala cerebral, una pequeña estructura neuronal con forma de almendra que se localiza en lo profundo de los lóbulos temporales y está presente tanto en los animales vertebrados como en los humanos.  Al observar en el laboratorio que los mamíferos que presentaban daño en la amígdala parecían no temer a sus posibles predadores, como lo hacían los mamíferos sanos, comenzó a pensarse que la pequeña estructura  tenía entre sus funciones la de regular la respuesta instintiva (paralizante o lucha/huida) que animales y humanos pueden tener ante el peligro. Quizá a partir de entonces, pero todavía en épocas muy recientes, se pensó en la amígdala como la responsable de enviar señales excitatorias a otras partes del cerebro ante situaciones de amenaza o riesgo, y se le identificó como “el centro del circuito cerebral del miedo” y como causante de los altos niveles de estrés, la angustia y  la ansiedad. Muy recientemente, sin embargo, el connotado neurocientífico Joseph Le Doux ha señalado, con toda razón, que la ansiedad y el miedo humanos son sumamente complejos y requieren de una explicación que contemple no solo la parte puramente fisiológica,  que los entiende como una respuesta inconsciente a lo amenazante, sino también la parte emocional, la conciencia de que se tiene miedo, la interpretación y la serie de asociaciones que hace un individuo a partir de su reconocerse temiendo. Como dice Le Doux, solo un humano es capaz de despertar en la madrugada angustiado, por ejemplo, por lo exiguo de sus ahorros o porque se...

PSICOFARMACOLOGÍA Y PSICOFÁRMACOS V

Ansiolíticos 2 Si bien la ansiedad es parte normal de nuestra vida, pues siempre hay algo por qué preocuparse, pero no todos alcanzamos los mismos niveles de ansiedad ni somos igualmente capaces de controlarla.  Según estadísticas de los Estados Unidos, la ansiedad es el principal problema psiquiátrico de ese país, y probablemente del mundo. De ahí también que las benzodiacepinas, una vez que hicieron su aparición en el mercado fines de los años cincuenta, sean uno de los psicofármacos de mayor consumo, además de por su efectividad, porque su acción tiene diversos usos clínicos, dependiendo de su potencia y farmacocinética. Como ansiolíticos, las benzodiacepinas se emplean para aliviar la ansiedad pura, los trastornos de pánico y las fobias. Como hipnótico, es un gran inductor del sueño y un fármaco ideal contra el insomnio. Como miorrelajante, se le emplea en pacientes que sufren espasmos musculares y trastornos espáticos. Como anticonvulsivo está indicado lo mismo en el caso de ataques causados por intoxicación por drogas que en algunas formas de epilepsia. Porque entre sus efectos está un breve deterioro de la memoria, se le emplea también como sedante preoperatorio. A pesar de estas diferencias, todas las benzodiacepinas actúan aumentando la acción de una sustancia química natural del cerebro: el neurotransmisor inhibitorio GABA (ácido gamma-aminobutírico) cuya función es la de comunicar a las neuronas con las que se pone en contacto que disminuyan su velocidad o que dejen de transmitir; esto significa que GABA tiene un efecto natural tranquilizante que, en caso necesario, se ve incrementado con la ingesta de benzodiacepinas. Por su distinto uso clínico, por la necesidad de valorar las...