Aunque cada vez es más común el empleo del concepto Espectro Autista, tanto en la clínica como en la literatura psiquiátricas se sigue concediendo cierto valor descriptivo a las antiguas categorías que, a diferencia del DSM5, la Clasificación Internacional de Enfermedades de la Organización Mundial de la Salud continúa autorizando, sobre todo en Europa, hasta el 1 de enero de 2022, cuando tenga aplicación plena su edición más reciente (CIE11) y se hable solo del Espectro Autista.
AUTISMO INFANTIL. Se trata de un trastorno caracterizado por un desarrollo alterado o anormal manifiesto antes de los tres años en las siguientes áreas:
- Interacción social: uso anormal de conductas no verbales, como contacto ocular, expresión facial, postura corporal y otros gestos asociados con la interacción; fracaso para interactuar con niños de la edad; ausencia de reciprocidad emocional y fracaso para compartir con otras personas disfrutes, intereses u objetos.
- Comunicación, ya sea por retraso o ausencia total del desarrollo del lenguaje oral, no acompañado de intentos para compensarlo; en los casos en que hay habla adecuada, alteración importante en la capacidad para iniciar o mantener una conversación con otros; utilización estereotipada y repetitiva del lenguaje; ausencia de juego realista espontáneo y variado o de juego social propio del nivel de desarrollo.
- Patrones de comportamiento, intereses y actividades restringidos, estereotipados y repetitivos, como adhesión inflexible a rutinas y rituales; preocupación persistente por partes de objetos.
No es necesario que estén presentes todos los síntomas, aunque muchos niños autistas sufren además fobias, alteraciones del sueño y de la alimentación y autoagresiones.
AUTISMO ATÍPICO. Es un trastorno generalizado del desarrollo que no encaja en el diagnóstico de los otros trastornos específicos del espectro autista. Es atípico por la edad de comienzo o por sus manifestaciones clínicas que son inferiores en número y en severidad.
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