LA NEUROBIOLOGÍA DE LAS ALUCINACIONES

Un tema de particular interés en la clínica psiquiátrica es el de las alucinaciones, es decir, de aquellas percepciones sensibles que tienen algunas personas sin que el o los órganos correspondientes reciban un estímulo del exterior y que, sin embargo, se sienten tan reales que no dudan de ellas. Las alucinaciones son uno de los síntomas clave de los trastornos psicóticos como la esquizofrenia, aunque también pueden estar presentes en el trastorno bipolar, la enfermedad de Parkinson e incluso en individuos que no están particularmente enfermos pero sí profundamente deprimidos por duelo, o también en aquellos que consumen alucinógenos que alteran la transmisión de la serotonina y producen sinestesias, como el LSD.

Las alucinaciones auditivas son las más frecuentes en la esquizofrenia. Debido a su altísimo nivel intrusivo e incapacitante, es urgente avanzar en el conocimiento de los mecanismos cerebrales que las causan. Como en otros casos, la fuente primaria de conocimiento resultan las lesiones en el sistema nervioso central y así, por ejemplo, se descubrió que las alucinaciones visuales complejas que se presentan en personas con pérdida visual (síndrome de Charles Bonnet) son causadas ya sea por un daño en el sistema de la visión, como la degeneración macular, o bien por lesiones en el área entre el ojo y la corteza visual.

Por lo que hace a las alucinaciones auditivas de la esquizofrenia, se estudia con buen pronóstico la posibilidad de que su causa se encuentre en las regiones cerebrales que intervienen en la audición normal, así como en la percepción y producción del lenguaje. Tal parecería que hay una sobreactivación en la corteza auditiva, misma que altera la conectividad con las áreas que procesan el lenguaje e impide reconocer el sonido percibido como generado internamente, por lo que se le atribuye un origen externo.

Otras líneas de investigación apuntan a déficits en la capacidad de reconocer intervalos de tiempo y espacio, lo que impide ordenar la información. También se estudia la posibilidad de que un daño en la modulación de los ritmos cerebrales gamma (los que se registran en las frecuencias de 38 – 42 hz y están muy localizados en el cerebro cuando se procesa información al más alto nivel científico o académico) permiten un despliegue de los mecanismos de la atención sin que haya un estímulo externo que la exija; eso, al parecer, produciría una alucinación.

FUNES, BOLZANO, ITALIA.

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