SUTILEZAS DEL MIEDO Y LA ANSIEDAD

Sabemos que el miedo es la forma en que los humanos y muchos mamíferos respondemos a las amenazas del entorno. También sabemos que la ansiedad, con la que frecuentemente se le asocia y/o se le confunde, resulta de la activación de la misma pequeña estructura cerebral llamada amígdala, ubicada en el centro del sistema límbico o “cerebro emocional”.

En la clínica psiquiátrica, sin embargo, si queremos entender la subjetividad del paciente y ofrecerle el tratamiento que mejor se adecue a sus necesidades,  es indispensable distinguir entre el miedo como respuesta a amenazas cercanas o inminentes y  toda una gama de manifestaciones de ansiedad que remiten a posibles daños más o menos lejanos en el espacio y el tiempo, y que están marcadas no solo por la respuesta orgánica, sino también  por el contexto, las experiencias previas,  la forma de interpretarlas, etc.

Así, por ejemplo, la ansiedad puede referirse a un exceso de autoconciencia en situaciones sociales cotidianas (fobia social limitada a un tipo de situación, como hablar o comer en público, o generalizada al grado de manifestarse por la sola cercanía de otras personas); también puede ser crónica, invasiva y no focalizada (ansiedad generalizada), o ligada en el tiempo a estresores de la vida (estrés postraumático agudo), o puede presentarse en forma inesperada sin que resulte claro el factor que la dispara (ataque de pánico).

También puede ser resultado de preocupaciones que tienen que ver con el sentido de la vida o con la muerte. En estos casos pensamos que se trata, más bien, de angustia existencial.

TRIESTE, ITALIA

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